Casi me atrevería a decir que es el hombre más misterioso que conocí. En el reportaje adjunto, él admite estar loco y expresa que su propia madre lo decía. Voy un poco más allá y me pregunto, ¿era humano?
A veces es difícil de comprender. Cuesta creer que le pasaran las cosas que relata, que lo hubiera visto casi todo, que estuviera tan atento a cada frase, a cada sentimiento. O será que los demás tenemos la cabeza tan «domesticada» que difícilmente podamos interpretarlo.
Como sea, no deja de ser asombroso. Aún habiendo sido un gran farsante, tenía el don de recordar cada una de esas vivencias, y de transmitírnoslas, lo que no es poco. Y es difícil no sucumbir a su embrujo, o estar en desacuerdo con lo que cuenta.
Hay mucho de él para ver y escuchar. Se fue dejándonos miles y miles de palabras conmovedoras, tantas que sería imposible olvidarlo.
Rescato en este reportaje con Jaime Bayly una de esas cosas tan asombrosas que le pasó. Cuenta sobre la muerte de su esposa y su hija. Él perdió el avión y por eso sobrevivió, y dice: no estaba en el lugar en donde debía estar. Décadas después, hace muy poco, fue a tomar el bus que lo llevara al aeropuerto. Alguien pasó en una camioneta y le ofreció llevarlo. Otra vez no estaba en el lugar donde debía estar, pero esta vez tuvo el mismo destino que su familia. De haber estado en el bus posiblemente no hubiera sido asesinado. Misterios y paradojas de la vida.
Qué bueno sería poder vivir como él, sin estar atados a nada. Qué distinto sería el mundo. Pero… ¿podríamos? Nos lo permitirían los «humanos». Por eso me pregunto si él lo era.
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